martes, 24 de mayo de 2016

La ballena franca austral.

En 1984 se declaró monumento natural a todas las ballenas francas que se pueden observar en aguas de Argentina. Esta decisión se tomo con la necesidad de otorgarle protección a esta especie animal que se reproduce y amamanta a sus crías en aguas australes.Cada año, durante el invierno y la primavera, en las aguas de los Golfos San José y Nuevo, en la Península de Valdés, donde se concentra la principal población de la ballena franca.En el mes de noviembre, las ballenas abandonan el área de cría para internarse en los océanos australes en busca de alimento.
Esta ballena se caracteriza por poseer manchas ventrales y callosidades, engrosamientos de la piel cubiertos por pequeños crustáceos blanquecinos, conocidos como “piojos de las ballenas”. La distribución, tamaño y forma de estos callos son particulares para cada ejemplar, por lo que sirven para identificarlos. En su enorme boca curva se ubican alrededor de 220 a 260 “ballenas”, placas o “barbas” córneas, de hasta 2,5 m de largo. Colgando de la mandíbula superior constituyen el “colador” para retener las toneladas de krill que forman su alimento. Con sus extremidades anteriores convertidas en aletas, su gruesa capa de grasa y su capacidad para bucear, algunas a grandes profundidades, las ballenas son mamíferos que evolucionaron adaptándose a la vida en el mar. Su cabeza ocupa alrededor de un 30 por ciento del animal y posee espiráculos, orificos respiratorios por los que expulsa aire que se condensa formando una V.
Fuentes: